Retrato

Ayer limpiando mi computadora, porque ya no le cabe nada,
me brincaron muchos recuerdos – escondidos – en forma de fotos.
Ya me había olvidado de que aquellos 18 años que trabaje en NY, fueron 18 años de retratos míos en las “webs” de la agencia, porque uta, como les encantaba el pedo de las BIOS y las FOTOS de los líderes del equipo. 

Y cada año yo tenía un título diferente, y también un look distinto.

Pero esta foto en especial me hizo recordar ese pasado. Me la tomó mi amigo, un fotógrafo cubano (Luis Mallo), durante un seminario de publicistas, me la imprimió y regaló. 

Me dijo “esa eres TU, siempre cerrando los ojos y haciendo gestos en las fotos”,

Nunca retocábamos mis fotos, ni tampoco me arreglaba mucho para salir en ellas, 

ser directora creativa me daba chance de ser más informal en todos los aspectos, 

pero sobre todo, era joven,
Uf, que joven era.

Esta imagen además de recordarme aquel momento,
me puso a pensar mucho en la edad.
Dice J que estoy un poco atorada con el tema de “hacerme vieja”, 

y creo que tiene razón, aunque me caga que me lo diga, 

yo ya me critico mucho sola, sin ayuda de nadie.
y sí, me está costando trabajo hacerme grande.
y en este #covid, me quedo claro que es uno de mis grandes miedos.

Me veo todas las mañanas amanecer con esta cara que tengo,
que es la misma que se me queda hasta que se acaba el día,
y al siguiente, comienza de nuevo.
Tres meses de no ponerme ni lipstick.
Y todos mis años a pelo, pues no me he inyectado nada, y nunca pienso hacerlo.
(tengo pánico de las agujas). 

Mi pareja dice que me va a querer igual “cuando esté vieja, gorda o como sea”
Pero yo no me la creo tanto,
Me va más la historia del “viejo cabrón que te dejo por una mucho más joven…”
pues además de que lo persiguen (las jovencitas), soy propensa a la catástrofe.
Que sea lo que el universo quiera.
Lo que si me gustaría pedirle a Dios, es que desaparezca mi miedo a la muerte.
Y de paso – que se me cure el puto pie – que me tiene coja y me avejenta.

 

Esta soy yo,
Para los que critican que me “expongo”, eso no me da miedo.
Ni con ojos cerrados, ni abiertos.

 

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