La ley y el orden

Ayer soñé que estábamos en una casa extraña, y llegaba el primo de mi hijastro a vivir con nosotros. El cabron tiraba todo, por todos lados, ropa, cigarros, cocas, toda su ropa olía mal, 

y cada vez que la quitaba de un lugar él la volvía a tirar.
Este desmadre constante, me persiguió durante todo mi sueño,
Cargado de olores,
De peleas,
De rencores,
De desencuentros,
Y de culpas,
Con todos y cada uno de los que estábamos ahí, en dicha casa.

Está cabrón el desmadre que se hace – cuando usas todo el día – una casa.
Cuando la vida era la de antes, llegábamos todos a comer a las 3 pm y nuestro espacio era un templo con aroma a flores y sopa de fideo; luego en la tarde todos corrían a sus clases y yo disfrutaba y trabajaba – sola – en medio de esa pulcritud, donde la luz de las 5, iluminaba lo limpio, mientras el aroma era a café. En la noche todos dormidos a sus horas, bañados y con la ropa sucia en el cesto. 

Que tiempos aquellos.

Mis hijos dicen que soy un OCD del orden, si es verdad que no me puedo ir a dormir si me encuentro algo tirado. Lo que sea.
Me fascina ver mi casa limpia,
Me hace falta el orden,
Pues ese orden – le da cierto orden a mi cabeza – donde sí que hay un desmadre brutal.

Ayer, después de una mañana espantosa por pleitos escolares con Diego y un cuarto de “zona de guerra” con Juli; mis hijos se fueron a ver a su padre por unos días (ya le tocaba). 

Llegamos a México y en mi casa limpia y ordenada, me sentí decaída, agotada y nostálgica.
Y por el resto del día, ya no quise hablar con nadie, ver a nadie, ni hacer nada.
Me senté en cada uno de mis sillones, a pensar en el orden de la vida,
en el orden de las cosas.

A veces pienso que soy la única aterrada del “regreso”…
Me sorprende lo “cheerful” de muchas personas.
Yo no paro de pensar en lo que sigue,
Pues no tengo nada claro a que lugar quiero volver,
Lo único que si ruego, es que donde sea,
esté muy ordenado.

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